El triunfo en primera vuelta de Jeannette Jara, la candidata comunista que representa al oficialismo de Gabriel Boric, fue una victoria agria. Jara, a pesar de haber obtenido la primera mayoría ayer domingo, es la candidata que menos votos ha obtenido representando a la centro-izquierda e izquierda en una primera vuelta. Al mismo tiempo, su coalición está obteniendo el peor resultado en las elecciones legislativas de los tiempos modernos.

Los analistas en Chile se preguntan, a esta hora, hacia dónde puede crecer la candidata oficialista. Sin embargo, una pregunta más compleja se susurra entre pasillos, según ha podido reportear Clarín en Santiago: ¿Cómo ser oposición en minoría en ambas cámaras?
A la hora de revisar el balotaje, Jara dio luces de su estrategia durante su discurso ante los adherentes. Ahí, rescató propuestas de Parisi, Matthei y Harold Mayne Nicholls. Una de cada uno. Sin embargo, su 26,74% de votos le exige conquistar todo el electorado de Parisi (algo que ni Boric, que ganó, logró) y rescatar votos de Matthei. Tarea titánica.
El candidato a la Presidencia de Chile José Antonio Kast hablando tras conocer los resultados de las elecciones este domingo, en Santiago (Chile). Foto EFE
Jara enfrenta dos pesadas mochilas electorales: por una parte, es candidata del partido comunista, en un país que reciente esa ideología aún cuando ella se ha presentado como una social demócrata. Por el otro, la aprobación del gobierno oscila el 30%, y su figura política está fuertemente ligada a la actual gestión: fue ministra del Trabajo y protagonista de primera línea del gabinete del actual mandatario.
A la hora de buscar las razones del desplome de su adhesión, irrumpen diversos factores. El primer elemento es la incapacidad del gobierno para enfrentar la delincuencia en una sociedad que vive en el miedo. La relación del progresismo chileno con las fuerzas del orden ha mejorado, pero aún quedan rezagos de desconfianza producto de la dictadura militar. Por lo mismo, a riesgo de caer en lo que ellos mismos calificaron alguna vez como “represión” o “Estado policial”, la respuesta de la adminsitración Boric y la falta de respaldo a Carabineros parece haberles costado caro en el último tiempo.
El segundo elemento cuajó durante la primaria del sector. Al elegir a la candidata más a la izquierda en el compás ideológico, la contienda tendió a polarizarse y los candidatos más cercanos al centro, Matthei y Mayne Nicholls, dieron cuenta de esa polarización en sus escuálidos resultados. En el juego de extremos que se produjo, el temor al comunismo pudo más que el temor al conservadurismo y la mano dura propuesta por Kast, Kaiser y Parisi. Este último incluso propuso minar la frontera, contraviniendo tratados internacionales firmados por el país.
Gabriel Boric felicitó a Jeannette Jara y a José Antonio Kast por el paso a la segunda vuelta electoral.
Pero si en la presidencial el panorama luce desolador, en el Congreso es igual o aún peor, por lo inédito.
Nunca, menos aún desde el regreso a la democracia, las derechas habían tenido mayorías absolutas en el Senado y Diputados. Al cierre de esta edición, sumaban 29 senadores en un Senado de 50 integrantes. En la cámara, las derechas de Kaiser y Kast, más la centroderecha de Matthei, llegaban a 78 de 155.
El escenario es peor aún si al Partido de la Gente, del sorpresivo Franco Parisi, se le considera opositor. En ese caso, los 12 escaños que su partido estaba consiguiendo anoche, les permiten a las oposiciones celebrar 90 escaños, uno por sobre el quorum de cuatro séptimos necesarios para reformar los artículos de la constitución.
Para la ex Concertación, conformada por demócrata cristianos y socialdemócratas, y el Frente Amplio, el partido de Boric, ser oposición en minoría es terreno desconocido. Tampoco pudieron gobernar estos últimos cuatro años gozando del privilegio de ser mayoritarios en el legislativo, pues la derecha se las ingenió para construir una mayoría en el Senado durante la actual gestión.
De concretarse los augurios, el progresismo chileno vivirá los próximos cuatro años una travesía por el desierto. Parecen enfrentar el mismo dilema que enfrentan esos sectores en países como Italia, Estados Unidos y Francia: construir un proyecto político que sintonice con sectores populares que se sienten amenazados por la globalización y olvidados por agendas identitarias en las que no se sienten considerados. Delincuencia, inmigración, trabajo y costos de vida.
La centro izquierda y la izquierda en Chile viven una de sus noches más amargas. El premio de consuelo ha sido un pasaje a una contienda que se presume desigual el 14 de diciembre. No obstante, si la derecha hubiese realizado primarias, como en su momento propusieron Kaiser y Matthei a Kast, quizás esta noche podrían haber celebrado su primer triunfo absoluto en primera vuelta.
En ese aspecto, otro punto de análisis: la atomizada oposición, futuro oficialismo, vive su propio desafío: la unidad necesaria para gobernar, un bien escaso en la historia republicana chilena, donde la derecha sólo ha logrado gobernar democráticamente en tres oportunidades durante el último siglo. Esta podría ser la cuarta oportunidad, esta vez sin minorías en el congreso. Esa excusa ya no se podrá usar.
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