
Dicen que el amor dura lo que dura un posteo, y parece que esta vez el algoritmo no ayudó.
Lamine Yamal, la joyita del Barcelona, y Nicki Nicole, la rosarina que rompió esquemas desde Spotify hasta Viña del Mar, pusieron punto final a su historia apenas dos meses después de hacerla pública.
Y lo más loco de todo: fue él quien salió a aclarar que “no hubo infidelidad”.
Sí, leíste bien. El pibe de 17 años, que ya la rompe en Europa y es tapa de diarios deportivos, tuvo que salir a dar explicaciones sentimentales en la tele, como si fuera una conferencia de prensa por lesión muscular.
La frase la tiró Yamal en el programa D Corazón, de RTVE, y bastó para cortar con la ola de teorías que ardían en redes.
Venían días de chusmerío virtual, con versiones, likes borrados y especulaciones de pasillo digital. Algunos decían que el viaje del jugador a Milán —para una fiestita de esas que hacen ruido— había sido el punto de quiebre.
Pero él lo bajó a tierra: “No le he sido infiel ni he estado con otra persona”.
Y uno, desde acá, no puede evitar recordar aquella frase de Charly:
“Los jóvenes envejecen, los amores se van…”
La historia había empezado fuerte, a lo grande, en agosto, cuando Nicki subió una foto festejando el cumple de Lamine.
Ahí se confirmó lo que ya era un secreto a voces: estaban juntos.
Él, la nueva promesa del fútbol europeo. Ella, una de las voces más potentes de la escena argentina.
Una historia de época: romance globalizado, de emojis y vuelos charter, con la prensa de Barcelona siguiéndoles el rastro como si fueran los nuevos Piqué y Shakira.
Pero como decía Moria: “Nada es para siempre, bebé”.
Y esta historia duró lo que un hit en el Top 50.
El amor se terminó, pero los líos siguen.
El club catalán enfrenta demoras en la remodelación del Camp Nou, que recién estaría listo —dicen— en diciembre de 2027.
Mientras tanto, los hinchas miran los renders y suspiran, como quien ve las fotos de una ex: “Ahí jugábamos, mirá lo lindo que era…”.
Porque en Barcelona, como en la vida, todo se retrasa y nada vuelve a ser igual.
En redes, los fans de Nicki salieron a bancarla con el clásico “te merecés algo mejor”.
Los del lado de Yamal, en cambio, piden que “no lo distraigan” del fútbol.
Y en el medio, el mundo sigue girando entre corazones rotos, comunicados oficiales y algoritmos que no entienden de sentimientos.
Como diría Tato Bores, “en este país —y en este mundo— nada es lo que parece y todo se comenta”.
El amor, como el fútbol, tiene esas cosas: un día sos titular indiscutido, y al otro te mandan al banco del olvido.
En los años 80 la separación se anunciaba en Radiolandia o en Antena.
En los 90, en Intrusos.
Hoy, se define en 30 segundos por streaming, con subtítulos y corazones volando por TikTok.
Yamal y Nicki fueron el capítulo exprés de una novela moderna, esa donde el amor se mide en reproducciones y los rumores duran más que la relación.
Y como diría el tango:
“El amor es un fantasma que juega al escondite con la ilusión.”
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